No recuerdo bien cómo fue... Quizá porque fui el hacedor y no la víctima.. Pero queda la esencia, el fundamento, fue lo que más tarde se llamaría un crítico argumental (como habría personaje argumental, objeto argumental, golpe argumental.., menos mal que evitabamos los detalles escatológicos, sino nadie nos hubiese librado de una meada argumental, aunque cagadas monumen, digoo, argumentales, haberlas húbolas.)...
En cierto modo fue una pérdida de la inocencia. Toda una generación de jugadores descubrió (confirmó) que el master ignoraba en general (es decir, por completo) los resultados tras la pantalla... Por suerte siempre tuvimos esa repulsa por los dogmas (creando así, a nuestra vez, unos propios; un poco como hacía los ilustrados, para los que la tolerancia era quemar a los intolerantes, mirá voh...)...
Pero ahí quedaba, ligado al imaginario, en los términos de aquel pacto tácito que no recordamos pero nunca dejamos de respetar. Era parte del no olvidar que la riqueza en detalles era literatura y no retrato, y que los números eran sólo un lenguaje - otro - con el que - ayudarnos a - hablar. Y vaya que hablamos.
Todos nos hemos subrayado siempre de ateos, y no obstante vivimos una profunda vida espiritual, imposible de encasillar.
Hemos alejado la iniquidad - sin tanto éxito -, creyendo en la razón, dejando tan sólo que se acerque la poesía como cierto tipo de traición premeditada, como a sabiendas de que sería la única mentira que más que arrastre le hiciese de impulso al corazón.
Hemos creído en los números, y también en el trabajo, pero más que el resto, en el buen humor, en la emoción y la empatía. Cuando el mundo se derrumba, aún supimos mirarnos, y mirar a nuestro lado; tal vez llorar. Hay algo de cierto en las modas, y en refranes, pero encontramos toda la autoayuda en las historias, y en los amigos, con una fe inquebrantable - o insensata - a que el tiempo daría el sí a ese gesto, a la felicidad pausada que puede hacer la aventura, o unos mates; el vino, la luna, una maza pesada; la playa, un hechizo de noche que es el darle la vuelta a las palabras.
"Es el signo de los tiempos", que aunque se haga la distancia, se confirma nuestra historia.
Hoy me han abierto un camino, y mi primer pensamiento no fue "lo hice" sino "gracias", a todos por lo que pusisteis - por lo que pondréis -.
Como decía Arnau, "esto es sólo el principio", mas de muchas cosas, sin perder la zaga.
No podría enumerar, y sería injusto, así que sólo me queda quitarme el sombrero, como galán para algunos, con humildad con todos, porque sin vosotros - sin cada uno - no sería ni una sombra, apenas si tendría historia, o futuro sin poesía. Ante todo por vuestra grandeza, que no cabe en ningún número en la ficha del personaje, pero que para mí es palpable e impagable (y me hace verme a la suela o ni siquiera).
Hoy no sé si creer en los críticos de 45, en la poesía, en la voluntad, la justicia o la estrategia. Sí creo en cambio en vuestro empuje; y la franqueza. Un poco a la italiana, nunca os tengo que olvidar.
Para lo que esté en mi mano, y lo que no, para toda suerte, voy a estar (siempre) muy cerca.
Para ser felices
sólo necesitamos encontrar un lugar con aire puro
donde comer alimentos naturales
con todos los amigos
y talando árboles conseguir madera para hacer una guitarra
con todos los amigos
y luego encontrar una playa que no esté contaminada
e ir con una muchacha
y hacer el amooooooooooooor
con todos los amigooos...
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(Por cierto, vienen en Octubre, del 9 al 18... Lo digo para que vayais haciendo un hueco en la agenda...)